A muchas personas les encanta viajar. Viajar aporta muchos beneficios y no sólo se limitan cuando llegamos a nuestro destino. El antes, el durante y el después nos hacen sentir bien y pletóricos.
Desde el momento que empezamos a planificar un viaje nos aumenta la ilusión. Buscar y pensar en el destino, hacer las maletas, etc. todo esto nos aporta más beneficios de los que pensamos.
Viajar se ha convertido en un buen hábito y está demostrado científicamente que los beneficios emocionales son muchos.
Todos los viajes son positivos, las experiencias que se adquieren durante los viajes así como luego recordarlas nos aporta felicidad y estimula nuestra mente.
Cada vez son más las personas que viajan y se mueven por todo el mundo y esto va en aumento. La publicidad en las últimas década nos acerca y nos estimula para querer conocer distintos sitios y vivir nuevas experiencias.
No es necesario tener que viajar muy lejos o gastarse una fortuna para poder disfrutar de estos beneficios. Muchas veces con conocer lugares diferentes a pesar de que no estén a demasiados kilómetros de casa es suficiente. Las aventuras que queremos vivir y los lugares que elegimos dependen mucho de cada persona. La forma de pensar, si viajas sólo o con niños, la edad y otros factores personales de cada uno nos harán decidirnos por un destino u otro.
Es muy bueno para nuestro cerebro desconectar y divertirnos viviendo nuevas experiencias.
Está demostrado que cualquier viaje nos hace conocer tanto personas como lugares nuevos y si vamos solos la experiencia puede ser muy gratificante, si lo hacemos acompañados o en familia un viaje hace que la relación se fortalezca y sintamos un mayor bienestar.
Cuando viajamos salimos de la rutina y tenemos el tiempo que necesitamos para pensar y valorar lo bueno que tenemos en la vida y cogerlo con más deseo a la vuelta. Estamos más receptivos y tanto olores como sabores nuevos nos quedarán siempre en el recuerdo. Cuando visitamos un lugar intentamos aprovechar el tiempo lo máximo posible para conocer todo lo que podamos de ese sitio porque no sabemos si volveremos algún día. Así nuestro cerebro se ejercita ya que está en continuo estimulo. Conocer otras culturas, relacionarnos con nativos del lugar, vivir sus costumbres, etc. es algo único y nos hace ampliar la visión del mundo y nos ayuda a ser más tolerantes ante lo desconocido.
Hacer alguna actividad que ni pensábamos, descubrir paisajes increíbles, perdernos en un barrio bohemio o visitar sitios míticos aumenta nuestra autoestima y hace que nos sintamos más seguros de nosotros mismos e incluso más libres.
Un buen lema para mí sería “aprende viajando”.